Fotografía de Clemente Carrera - final de los años 60
Compartimos un regalo de uno de nuestros vecinos, un ejemplo de generosidad, que desde la humildad y saber hacer siempre está dispuesto a aportar al común. Gracias, José
“VIDENCIA EN MI JUVENTUD”
Desde la Llama Redonda
hemos visto asomar
un hombre con un arado
que subía del Barrial.
Vestía chaqueta clara
y un oscuro pantalón,
traía un arado con ruedas
y sobre el hombro el timón.
Al cargo de nuestras vacas
éramos cuatro pastores,
con la edad de chavales
hacíamos nuestras labores.
Los nombres de los presentes
aún los puedo recordar,
José y Agustín Rodríguez
Eladio y José Cañal.
El día de todos los santos,
o el de todos los difuntos,
mientras pastaban las vacas
estábamos todos juntos.
Uno de estos dos días
tuvimos una visión,
por ser una novedad
prestamos mucha atención.
Era verde su color,
parecía recién pintado,
ruedas con radios de hierro
y dos manillas el arado.
Por estos años estaban
de moda las vertederas,
pero no habíamos visto
pasearlas sobre ruedas.
Al llegar a la Guzadeira,
fue nuestro comentario,
que un grupo de chavales
se subirían al arado.
Justo en aquel punto
por donde iba a pasar,
aquel grupo de chavales
no dejaron de jugar.
Los nombres que yo recuerdo
eran Marina y Joaquín,
jugaban a la gallina ciega
con Amelia y otro Agustín.
Alejándose del grupo
cruzó toda la pradera,
hasta que se ocultó
para el valle de la Muela.
Fue un ataque de risa
que a los cuatro nos entró,
mientras cruzó la pradera
y en el valle se ocultó.
Por la cuesta de la Muela
todos le vimos subir,
cuando llegó al Outón
yo no le pude seguir.
Lo que vieron nuestros ojos
con Amelia comenté,
y me confirmó que ellos
nada habían podido ver.
Al difunto Victorino
o a mi abuelo Lorenzo,
se me representaban
fallecidos hacía tiempo.
Comenté con un vidente
esto que habíamos visto
y me respondió que era
nuestro Señor Jesucristo.
Viendo ocho ojos lo mismo,
no es difícil comprender,
que existe un más allá
que no nos permiten ver.
Pudo ser esta visión
antes del año 1958
y con 76 años la escribo
el día 7 del 11 del año 2018
De todas mis negligencias
ahora estoy arrepentido
y quiero que esta visión
no se quede en el olvido.
J. Cañal
1 comentario:
Es un relato lleno de ternura y belleza. Gracias a José y a ti, Emiliano, por compartirlo.
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