viernes, 25 de noviembre de 2022

VIDENCIA EN MI JUVENTUD

 

 Fotografía de Clemente Carrera - final de los años 60

Compartimos un regalo de uno de nuestros vecinos, un ejemplo de generosidad, que desde la humildad y saber hacer siempre está dispuesto a aportar al común.  Gracias, José


“VIDENCIA EN MI JUVENTUD”

 

Desde la Llama Redonda

hemos visto asomar

un hombre con un arado

que subía del Barrial.

 

Vestía chaqueta clara

y un oscuro pantalón,

traía un arado con ruedas

y sobre el hombro el timón.

 

Al cargo de nuestras vacas

éramos cuatro pastores,

con la edad de chavales

hacíamos nuestras labores.

 

Los nombres de los presentes

aún los puedo recordar,

José y Agustín Rodríguez

Eladio y José Cañal.

 

El día de todos los santos,

o el de todos los difuntos,

mientras pastaban las vacas

estábamos todos juntos.

 

Uno de estos dos días

tuvimos una visión,

por ser una novedad

prestamos mucha atención.

 

Era verde su color,

parecía recién pintado,

ruedas con radios de hierro

y dos manillas el arado.

 

Por estos años estaban

de moda las vertederas,

pero no habíamos visto

pasearlas sobre ruedas.

 

Al llegar a la Guzadeira,

fue nuestro comentario,

que un grupo de chavales

se subirían al arado.

 

Justo en aquel punto

por donde iba a pasar,

aquel grupo de chavales

no dejaron de jugar.

 

Los nombres que yo recuerdo

eran Marina y Joaquín,

jugaban a la gallina ciega

con Amelia y otro Agustín.

 

Alejándose del grupo

cruzó toda la pradera,

hasta que se ocultó

para el valle de la Muela.

 

Fue un ataque de risa

que a los cuatro nos entró,

mientras cruzó la pradera

y en el valle se ocultó.

 

Por la cuesta de la Muela

todos le vimos subir,

cuando llegó al Outón

yo no le pude seguir.

 

Lo que vieron nuestros ojos

con Amelia comenté,

y me confirmó que ellos

nada habían podido ver.

 

Al difunto Victorino

o a mi abuelo Lorenzo,

se me representaban

fallecidos hacía tiempo.

 

Comenté con un vidente

esto que habíamos visto

y me respondió que era

nuestro Señor Jesucristo.

 

Viendo ocho ojos lo mismo,

no es difícil comprender,

que existe un más allá

que no nos permiten ver.

 

Pudo ser esta visión

antes del año 1958

y con 76 años la escribo

el día 7 del 11 del año 2018

 

De todas mis negligencias

ahora estoy arrepentido

y quiero que esta visión

no se quede en el olvido.

 

 J. Cañal

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un relato lleno de ternura y belleza. Gracias a José y a ti, Emiliano, por compartirlo.