Alguna vez había oído y leído
sobre las simpáticas coplas de Santos el tamboriteiro
de Castro (Castrohinojo), pero no me imaginaba que fuese algo tan extenso,
haciendo un recorrido por la mayoría de los pueblos de Cabrera Baja. Realmente
la imaginación era grande, dando lugar a episodios graciosos y siempre listos
para la broma (groma) y diversión.
Eran tiempos de mucho trabajo,
pero se aprovechaban todos los posibles momentos para la fiesta, donde unas
manos habilidosas con una chifla y un
tamboril eran suficientes para formar
la orquesta perfecta.
Aquí
queda esta larga copla recopilada en el vecino Pombriego, muy conocida y
recitada (toda o en parte) por los pueblos de Cabrera. Gracias a Ana, una pombrieguesa
o repolleira por facilitármela y que
todos la podamos disfrutar.
En fin, estas son:
Por
mi afición sin segundo
soy un gran tamboritero,
tocando
gano el dinero
y
alegre vivo en el mundo.
Cuando
por gusto profundo
voy
por mi patria tocando
todos
se van asomando
y
dicen con alegría:
aquel que vien ende arriba
pe que yía Santos de Castro.
Castrohinojo
así se llama
el
pueblo donde nací
y
por eso para mí
nunca
faltó plato y cama
ni
tampoco una madama
de
las que gastan rodao
y
soy tan afortunao
que
me llaman el hermoso
y
dicen que soy chistoso
porque
las miro de llao.
Estas
son las de La Baña
porque
cuando voy allí
todos
se fijan en mí
y
yo les digo con maña:
mocitas
de la montaña,
si
me seguís bien el rastro,
yo
seré el hombre más casto
y
os amaré de contrito,
y
ellas dicen: qué bonito
yía el gaiteiro de Castro.
Estos
piropos me echaban
cuando
fui mozo soltero
pero
yo muy lisonjero
en
Pombriego cortejaba
pero
lo disimulaba
con
mis novias cabreiresas
y
ellas dándome las quejas
me
decían por lo bajo:
tú como yieres tan majo
vas a dir pa la ribeira.
Y
al fin tuvieron razón
que
en Pombriego me casé
con
la que yo cortejé
llamada
Comtemplación.
Pero
tuve la ilusión
luego
después de casarme
de
marchar a Buenos Aires,
aquellos
mundos extraños
donde
estuve cuatro años
pasando
calamidades.
Luego
que fui me empleé
en
una carpintería
que
era lo que yo quería
porque
soy aficionado.
Pero
por ser descuidado
a
los tres años quedé
sin
empleo y marché
donde
los curas están,
me
metí de sacristán
¡qué
buena vida pasé!
Pero
como yo quería
tocar
mi buen tamboril
determiné
por venir
para
mi patria querida.
La
gente, que todavía,
recordaba
mis jaranas
todos
corrían con ganas
para
ver como venía.
Los
mozos con alegría,
repiconun
las campanas.
Los
de mi pueblo tenían
deseos
de que viniera,
pero
en toda la Cabrera
casi
no me conocían.
Y
era porque yo traía
un
bigote tan bonito
y
al verme tan refinito
todos
marchaban diciendo:
Santos el tamboritero
pe que yía un señorito.
Todos
a llamarme iban,
así
que se divulgó
que
hubiera venido yo
porque
todos me querían.
Con
vergüenza me decían
si
les quería tocar
en
las fiestas del lugar
y
yo les dije que sí:
las
fiestas son para mí,
con
su manera de hablar.
Pero
fue lo más amargo
cuando
me puse a tocar
que
no podía soplar
con
mi bigote tan largo.
Luego
me puse con garbo,
lo
quité del lado izquierdo,
cogí
la chifla corriendo
y
por el pueblo me fui a tocar.
Todos
querían mirar
para
mi bigote nuevo.
Y
corrían detrás de mí
sólo
por verme la boca
y
yo toca que toca,
mucho
les hice reír
y
les oía decir
unas
mujeres a otras:
este Santos pa la groma
pe qu'il diablo encadenao,
míralle bien pa la boca,
pe que sólo ri dun llao.
Desde
el alto de Cabrera
yo
sé todos los idiomas,
cruzando
montes y lomas,
también
bajo a la ribera
he
llegado hasta Las Vegas
y
allí como hablan gallego
yo
mucha risa me llevo
porque
algunos señoritos
dicen:
xa nos ven o pito
y o baile non ll'ontendemos.
Castroquilame
que está
un
poquito más arriba,
cuando
voy allí me admira
ver
aquella mocedad,
porque
más de la mitad
son
papudos y no miento
y
los pobres muy contentos
me
dicen porque no marche:
eiquí nun has de extrañare
que temos mueitos pimientos.
Luego
me voy a Robledo
que
hay mocitos muy exactos,
hablan
lo mismo que en Castro,
dicen
"calente y acedo"
pero
todo andan con miedo
porque
es un pueblo extraviado
y
viven tan separados
que
todos dicen "antoite
a min tentoume esta noite
o demo sea renegado".
Los
que también me han llamado
han
sido los de Sotillo
y
dicen que soy un pillo
porque
siempre le he faltado,
me
traen tan amenazado
y
me las tienen juradas
con
intención de cobrarlas,
ya
dicen con entusiasmo:
cuando veyamos a Santos
dámosle unas llanfazadas.
En
Benuza, buen lugar
también
tengo simpatías,
para
la Santa Lucía
siempre
les voy a tocar,
ahí
no saben bailar
sobre
todo las muchachas
porque
no salen de casa
y
luego me van diciendo:
por el día non podemos
porque vamos con'ar vacas.
En
Pombriego que allí está
la
flor de la juventud
me
piden por la salud
y
me quieren de verdad
y
dicen con gravedad
cuando
me sienten a mí:
ya nos vien Santos eillí
p'al día de San Clemente,
el
veintitrés de noviembre
que
es una fiesta feliz.
Yía
la fiesta dos tomates
como
dicen en Pombriego,
luego
marchan os rapaces
a
collerlos nun maniego.
Yo
mucha risa me llevo
porque
son tan delicaos
y
hablan tan mal chapurriao
que
las mocitas solteras
dicen:
a culpa foi nuesa
non lo haber apruveitao.
Más
arriba de Pombriego
está
Yebra con perdón,
los
pobres llaratos son
y
todos dicen "riñegro".
Y
de ahí me marcho luego,
paso
por Santalavilla,
llego
a Llamas que me admiran
y
todos dicen con gusto:
ahí nos vien el nueso músico,
pe que ruxe con a chifla.
Luego
paso por Odollo,
a
Marrubio y a Castrillo,
y
como soy guapecillo
dice
la gente de gozo:
Santos yía muy buen mozo,
que siempre ños vien tocando.
y
yo les voy saludando
y
a su manera me dicen:
ñosoutros ahora pol'intre
pe qu'inda vamos andando.
Un saludo.
Emiliano
1 comentario:
Formidable. Hay una grabación cantada por un chico joven, Edilberto Rodríguez, que vieve en Ponbriego.
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