Recitar
y cantar era algo habitual, sobre todo que lo hicieran nuestras madres. Ojalá
no se pierda todo ese patrimonio que nuestros antecesores mantenían vivo de
generación en generación.
Como
este Cantar del mis mis, que también pudiera ser una nana:
"Ay
que me la lleva el gato, ay que me la lleva el mis, ay que me la lleva el gato
la madre de la perdiz.
Mis,
mis ven acá, ven acá mis mis, mis mis ven acá tráeme la perdiz.
La
perdiz que enviudó no quiso ser más casada, ni picar en prados verdes, ni beber
agua rosada.
Mis,
mis ven acá, ven acá mis mis, mis mis ven acá tráeme la perdiz.
Canta
la perdiz en el monte, canta que se vuelve loca, porque tiene la nariz más
arriba de la boca.
Mis
mis ven acá, ven acá mis mis, mis mis ven acá tráeme la perdiz."
Pastoreando
los tagayos (rebaños) por los montes,
siempre con la alegría formando parte de la vida misma:
"Y
estando yo remendando y con el remen remende y con el remen remenda, remendando
mi zamarra ja, ja. Vi venir cuatro lobitos, con el remen remende y con el remen
remenda, derechos a mi rebaño ja, ja."
Cuando
se realizaban tareas en grupo, como las
mayas y los conceyos, daba lugar
a retos entre los más vivales y atrevidos. Uno de ellos consistía en pronunciar
a la vez que bebían del porrón o la bota, trabalenguas como éste:
"Tengo
una pega mega, endina, endorra, patituerta, ciega, muda y sorda; que tiene los
pegos megos, endinos, endorros, patituertos, ciegos, mudos y sordos. Si la pega
no fuera endina, endorra, patituerta, ciega, muda y sorda; no tendría los pegos
endinos, endorros, patituertos, ciegos, mudos y sordos."
Una
vez más, dar las gracias a Rosalía por sus aportaciones. Una lástima no
disponer de grabaciones sonoras de estos cantares, sería algo extraordinario.
Un
saludo.
Emiliano