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ELEONOR CAÑAL |
Historia de una de mis chamanas cabreiresas: LIONORA LA GRANDE.
Mujer sabia donde las hubiera, conocía las bondades de las plantas y sabía bien como aplicarlas, tanto a personas como a animales.
Era la comadrona en todos los partos difíciles (alguno de mis hermanos está en este barrio gracias a su bien hacer), tal era su coraje que llegó a autooperarse de Cólico Miserere (Apendicitis), sabía que de no hacerlo era muerte segura y no había ni tiempo ni dinero para ir al hospital; conocía bien la anatomía humana, aprendida "deshaciendo" cerdos, recordar aquel "dito" cabreirés: "El que quiera ver su cuerpo que abra un puerco" (los grandes cirujanos, con ellos hacen las prácticas).
En lo emocional, también era decidida y arriesgada. Su marido emigró a Cuba a buscar una vida mejor, esperando situarse, para poder llevarla a ella y al hijo que quedaban en el pueblo; volvió otro paisano que también estaba en la isla con un billete para un hermano de él y no para ella y el niño, pero como era una mujer lista , indagó con el regresado y llegó a entrever que se retrasaba su pasaje porque, andaba en amores con una caribeña, cogió el billete de su cuñado y emprendió el viaje con el niño.
Grande fue la sorpresa del marido, que esperaba a su hermano en el puerto y la divisó a ella en el barco; hizo gestiones con las autoridades portuarias para que la llevarán a la isla de Botijeros, que es donde hacían la cuarentena los que contraían el escorbuto durante el trayecto; él tenía que resolver su situación con la cubana y explicarle que era hombre casado y con hijo y que su mujer había llegado; cuentan, que la pobre isleña, cuando le dio la noticia se desmayó del disgusto.
Cuando se juntó con su marido, no se habló del asunto, fueron felices y regresaron al pueblo cuando los devenires políticos de la isla se complicaban y los de Sierra Maestra iban a tomar las riendas; hicieron una casa solariega y balconada donde criaron a sus numerosos hijos, ella siguió practicando la medicina con lo que ya sabía y con los nuevos conocimientos que adquirió de las hermanas chamanas de allende los mares, y yo, en mi larga vida profesional, en la medicina convencional, siempre tuve muy en cuenta los saberes que de ella aprendí.
Un saludo.
Lucy
Un relato que forma parte de nuestra historia, de una manera valiente de afrontar los desafíos y carencias que había. Gracias, Lucy, por dejar constancia de ello y sumar un retal más en este lienzo que entre todos vamos tejiendo.
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