viernes, 3 de abril de 2015

Lucinda Cañal Palla


Lucinda Cañal Palla. Mi queridísima tía Lucinda. Nació un 21 de marzo de 1.927, como la primavera. Hace unos días cumplió 88 años.
Es la pequeña de tres hermanas, (María y Lidia - mi añorada madre - ya fallecidas ambas). El matrimonio de mis abuelos: Ecequías Cañal y Josefa Palla (que vino de Forna), formaron una numerosa familia: a parte de las tres chicas, tuvieron también cuatro chicos: Daniel, Guillermo, Alberto y Moisés, (los dos últimos aún vivos). A estos siete hijos habría que añadir un octavo: Isaac Cañal, medio hermano, nacido del primer matrimonio de mi abuelo, querido por toda la familia.

Lucinda, guapa moza, tuvo una vida con alegrías y tristezas. La "carruna" (o calleja) que separaba la casa de sus padres (la llamada casa de "La Peña", casa en la que yo nací también), con la del maestro, Benigno Cañal, que era hermano de su padre y como tal su tío, era una frontera dolorosa. Mis abuelos, seguramente buscando lo mejor para su hija, la entregaron al tío Benigno (el maestro) y a su esposa Pilar, que había regresado de Argentina para cuidar a su padre enfermo, (Gregorio el "ciego") y que se casó con el maestro. Mi tía Lucinda no fue feliz, es más, creo que podríamos decir que fue infeliz. Ella lo que añoraba era la casa de sus padres, a escasos metros, y el cariño de sus padres y hermanos. Donde sí fue feliz es cuando acudía a la escuela de Trabazos en la que estaba de maestra un chica joven de la Bañeza. Mi tía aprendía con facilidad y estaba muy unida a la maestra. Luego la propiedad de la escuela pasó al tío Benigno y la cosa ya no fue igual. Él no tenía el carisma y habilidad que tenía la siempre recordada maestra, (¿tal vez se llamaba Irundina?).
Y donde también era feliz mi tía Lucinda era cuando subía por la "Caleya" con los "feixes" de "outoño de los prados de "Arbiyales" y el "Conciyal". Eran prados minúsculos, solamente destinados a producir el "outoño" o forraje para las vacas,  y que había que subir al "llombo" por la empinadísima "Caleya", con una pendiente terrible.
O cuando iba a regar los prados del "Palumbar" y el "Bumbrillal". Al subir por los "Retornos", se sentaba en una peña y disfrutaba viendo como el agua "gariaba-gariaba en el fondo del Bumbrillal". Y también, cuando desde la solana que daba a la "Caleya" miraba como el viento huracanado movía las rebollas de "Llamas de Mazor".
Lucinda siempre estuvo muy unida a su pueblo de Trabazos, ("Trabazicos, Trabazicos, cómo te voy a olvidar"). Incluso en Bahía Blanca, en la República Argentina, en donde vive hoy y vivió desde que llegó,  soñaba, y sigue soñando aún hoy con regresar, agarrada a una tabla, cruzando el Océano.

Siendo, como era, una buena moza, se enamoró de un hijo de Balbina y de Gerardo: Eloy Moro. Con él se casó y se fueron a vivir a Ponferrada. Allí nació un niño que falleció prácticamente en el parto. Luego vendría María del Pilar Moro Cañal, nuestra querida prima Pili. Y con ella en los brazos, siendo aún muy chica, (apenas 11 meses), se embarcaron en un vapor en Vigo, rumbo al puerto de Buenos Aires. Era el 19 de enero de 1.956. Fue un viaje lleno de emociones para mi tía Lucinda. Emociones y mareos. En los muelles de atraque de Buenos Aires les esperaba Marta Carrera Carrera, nacida de un matrimonio en el que los dos eran de Trabazos, (y cuyas historias fueron publicadas en este Blog con títulos como "Carrera Carrera"). Y así, después de recorrer en tren la distancia de Buenos Aires a Bahía Blanca, llegaron a esta última el 7 de febrero de 1.956. 

¿Por qué mis tíos: Eloy (ya fallecido) y Lucinda, que tenían una vida bien organizada en Ponferrada, se embarcaron en esta aventura de irse a Bahía Blanca, en Argentina?. Seguramente por el "efecto llamada", ya que allí vivía, desde hacía algún tiempo, otro hermano de mi tío Eloy: Abelardo Moro. Y también porque, como todos los emigrantes, buscaban una vida de mejoras y de prosperidad. Tal vez un día publiquemos una lista de gentes y las razones de la muy numerosa emigración de personas de Trabazos hacia Argentina (principalmente). La mayor parte de ellas se produjeron en los primeros treinta años del siglo XX, otros a finales del XIX. Y algunos también en plena Guerra Civil española o recién terminada ésta.
Bahía Blanca, (también otras poblaciones), tiene un censo muy numeroso de apellidos de Trabazos, (Carrera, Cañal, Rodera, Moro, etc). En los apuntes que he podido ir confeccionando aparecen más de treinta familias del pueblo que emigraron o se formaron recién llegados, en muchos casos con gentes de la propia zona de la Cabrera, en España. 

No se puede decir que ésta sea una biografía de Lucinda Cañal Palla, es solamente un pequeño relato lleno de cariño hacia mi tía. Para hacer una biografía tendríamos necesidad de disponer de muchas páginas. Tendríamos que hablar de los años de la Guerra Civil, de los "Huidos", del tío Benigno, al que los "falangistas" sacaron de su casa a golpes y a punta de pistola. De su huída de noche, descalzo, con una gran nevada, huyendo hacia Marrubio y hacia los montes de Trabazos. También de la hermosísima familia que Pilar ha sabido sacar adelante, dándole a mi tía Lucinda tres bellísimas nietas y un nieto buen mozo, que incluso le ha obsequiado con una biznieta. Muchas cosas que no hay espacio para relatar.
Tanto en España, en su niñez y juventud, como más tarde en Bahía Blanca, su vida ha estado siempre llena de acontecimientos que ella ha sabido llevar adelante. Pero siempre, siempre, ha existido en su vida un deseo: El de "regresar a España, agarrada a un tablón de madera", cruzando el Océano.

¡Te queremos, tía Lucinda. Estás siempre en nuestro corazón y en nuestro recuerdo!.

Fotografía con el primo Ricardo y su padre, Domingo Lorden Valle (natural de Forna, en La Cabrera), y que se casó con Magdalena, hermana de Josefa Palla, madre de Lucinda. Es una imagen a los pocos años de llegar a Bahía

Fotografía con su hija María del Pilar

Entrañable fotografía: de pie mi tío Eloy con Pilar en los brazos, Abelardo Moro hermano de Eloy y Aurelio Carrera (hijo de Paula Carrera y Aurelio Carrera, ambos de Trabazos). Sentadas: Paula Carrera (tía de Eloy y Abelardo, ya que era hermana de la madre de ambos), Marta Carrera, hija de Paula y Aurelio, ambos de Trabazos,  mi tía Lucinda y a su lado Natalia Palla, hermana de la abuela Josefa. Decir que Marta Carrera acudió a los muelles de Buenos Aires a esperar a mis tíos  en su largo viaje marítimo.


Jerónimo Carrera Cañal

3 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE HISTORIA HUMANA MAS LINDA. FELICITACIONES

Emiliano dijo...

Cuantas historias, penurias y alegrías. Recuerdos, cuantos recuerdos y añoranzas; la vida misma.
Seguramente todos nos hemos tenido que agarrar a un tablón en algún momento de la vida, pero a quien le tocó enfrentarse a situaciones complejas tan lejos de su entorno, seguro que le resultó especialmente dificultoso, aunque también enriquecedor.
Estupendo el relato-resumen, Jerónimo, transmite mucho y bien.
Un abrazo
Emiliano

Anónimo dijo...

Solemos buscar la felicidad en lo que no tenemos, con lo cual nunca la conseguimos. Por el contrario si la buscáramos en lo que tenemos descubriríamos cuánta felicidad nos pueden producir, simplemente, las vivencias que podemos recordar y contar, lo conseguido con los años....Cuánta superación, cuánto sacrificio...;todo ello nos ha de hacer felices, sencillamente, porque lo hemos conseguido nosotros mismos, sin más ayuda que nuestro coraje y nuestra voluntad inquebrantable.

Sencillo y gran relato que a nadie que lo lea puede dejar indiferente.
En hora buena por los recuerdos, por la familia y por utilizar y dar vida a todas esas palabras relacionadas con el medio y el pueblo, que no se deben olvidar.

Manuel Jiménez