martes, 4 de junio de 2013

Usos y costumbres, los testigos...



Aunque la confianza y buena fe eran valores que solían estar presentes entre los vecinos del pueblo, había ocasiones y quehaceres que tenían que poder ser demostrados, pues alguna vez también surgían diferencias entre el paisanaje.
Es el caso de los testigos, pequeños palos usados en la labor de tapar o taponar y soltar o destaponar los pozos de agua, utilizados para el riego de los coutos o praderas comunales. Se hacía, como tantas cosas, por turno la velía, pasando de un vecino a otro independientemente del número de animales que hubiera en la casa. Según la época y  la cantidad de agua que hubiera se soltaban y regaba una o dos veces al día, cuando había más cantidad se hacía por la mañana y por la noche, cuando había menos solamente una vez al día.
La forma de pasar el turno eran unos palos o testigos que tenían unas formas y marcas determinadas, siendo diferentes entre sí para un mismo couto, pero también eran distintos según la pradera a la que correspondieran (Trillucastro, Sacediellos, La Guzadeira, etc.)  siendo así fácil poder demostrar que el trabajo estaba hecho en tiempo y forma.
Después de soltar el pozo con el furganeiro (palo más o menos largo) si era más alto, o con la misma eixada o azada si era menos, y una vez que ya estaba vacío, se volvía a tapar, dejando uno de los testigos clavado al lado del bocín o agujero practicado en la parte baja de una baldosa, puesta verticalmente en el lado inferior del pozo por donde salía el agua para el riego, recogiendo el que tenía puesto y que servía precisamente de testigo del trabajo realizado. Luego era entregado al siguiente vecino para que éste procediera con la misma tarea.
Cuando había cortinas o tierras de labor con fruto u hortalizas para regar, se compaginaba en el tiempo el reparto del agua, estando regulado dependiendo de la zona que se tratara.

Gracias, Moisés, por tu aportación.

Un saludo para todos.


Emiliano