domingo, 14 de febrero de 2010

San Antonio y la ñiña



Ya hemos contado en alguna ocasión sobre San Antonio y la devoción que en el pueblo le profesaban, como gran protector de animales y también de personas.
Hay una leyenda en Trabazos sobre él y una pequeña niña que se perdió en el monte. Cuenta que tras partir en la mañana junto a los pastores con los rebaños, no regresó con ellos por la noche. Como buena comunidad y después de arresponsiarla, todos salieron en su búsqueda con gran preocupación, encontrándola después de tres días refugiada bajo unas “peñas” o rocas en los “sestiles” (lugar donde sestea o “rundieya” el ganado) de “Cubiellas”. Su aspecto era estupendo y no estaba nada asustada. Ante la insistencia de todos con sus preguntas, les contó que un viejo de barba blanca y con bastón o “caxota” le daba todos los días de comer y la cuidaba, protegiéndola de los lobos. Nadie sabía quien podía ser aquel hombre, ante lo cual, el maestro del pueblo le fue enseñando en los libros figuras de diferentes santos, por ver si reconocía entre ellos a su protector, pero no fue así. Cuando llegó el domingo fue a misa como de costumbre, y nada más entrar en la iglesia comenzó a gritar: “mirade, yía él, yía él”, “aciñando” o señalando a San Antonio, con su barba blanca y su bastón, situado en el retablo.
Una vez más, queda patente la vinculación de este santo con el pueblo. Tal vez por ello, la fiesta que todos los años se celebraba era importante. Dos vecinos recogían los distintos y variados artículos que cada cual podía aportar (garbanzos, lana, huevos, patas de cerdo, etc.), subastándolo luego en compañía de un garrafón de vino y alguna vianda, todo amenizado por Joaquín de Odollo, también conocido como “Xiruto” con su flauta y tamboril (que yo recuerde). Quien sabe si también incluyendo aquella coplilla que don Manuel le contó a don Ramón Carnicer en el correr de los años 60, dice así:

“Este vino es tan sutil
que por las venas se mete
y de una luz hace siete,
y de siete, siete mil”

Seguramente que al finalizar el baile, algún mozo se dirigía gentilmente a alguna moza para preguntarle: ¿allúmote? ofreciéndose a iluminar con su buena linterna y su compañía en la vuelta a casa.

Saludos para todos.

Emiliano

3 comentarios:

Este es un bello pueblo cabreirés: Trabazos dijo...

Hermosa historia, digna de ser contada y recordada. Yo la recuerdo de muy antiguo, pudiera ser que de boca de la abuela Rosalía, en cualquier caso con muy pocos años, siendo un niño.
Aunque la devoción a San Antonio no es exclusiva de Trabazos, siendo muy habitual en los pueblos, y muy acendrada en Galicia, León Asturias y practicamente todo el noroeste, es cierto que en nuestro pueblo se plasmó con una fiesta: "La Fiesta de los Casaos", muy vinculada a la vida del pueblo y a sus costumbres.
Tal vez nos falte conocer los "arresponsiadores" y "arresponsiadoras" más reconocidos, pues aunque cualquier vecino podía arresponsiar, los había, (como el abuelo Ecequías), que parecía que tenían linea directa con el Santo.
Un fuerte abrazo.
Jerónimo

A dijo...

Yo también recuerdo esa historia... contada por mi abuela, en las noches de serano familiar en las que todavía no había llegado la tele a mi hogar... Me encantaba.. y me encanta!!!
Un fuerte abrazo!!!

A dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.