lunes, 28 de julio de 2008

Colás


En una breve estancia en Trabazos, coincidiendo con el Santiago y Santa Ana (días 25 y 26), tuve la ocasión de disponer de una fotografía del entrañable COLAS, cedida por mi tía Sara, y que adjunto en este post.
Se trata del siempre apreciado, irrepetible y ya hace tiempo desaparecido COLAS, una figura enraizada con los recuerdos de todos aquellos que a esta fecha tengamos más de 30 o 40 años.
Aunque no era trabazudo, (su nacimiento y raíces estaban en Castrillo de Cabrera), sus continuas "visitas" a nuestro pueblo nos lo fijaron como alguien propio. Podemos decir que Colás forma parte de la vieja historia de la Cabrera, al menos en los dos ayuntamientos hermanos de Castrillo y Encinedo.
Su figura enana (medía menos de 1,25 mts.), su cara simiesca y arrugada y sus gestos y guiños le hacían irresistible para los niños, que le acompañaban en todo momento, a veces con travesuras. Nunca fue el "coco" con el que atemorizar a los pequeños. Le considerábamos un niño pequeño y distinto con el que podíamos jugar y con el que conseguíamos salir de algunas rutinas de juegos al palillo y similares.
Nunca pedía por las puertas. Se limitaba a llegar al pueblo y los vecinos siempre compartían con él sus escasos alimentos. Jamás quedaba durmiendo en la calle. Siempre había un rincón y una manta con la que guarecerse del frío y la intemperie.
Podemos recordar alguna frase como aquella: "Mi hermana María xilouse de fríu", refiriéndose a que su hermana María había muerto helada por el frió, seguramente en una noche de algún invierno, sin fuego, sin protección y en el abandono triste de una casuca destartalada.
Es posible que el recuerdo del frío llevara a Colás a preferir las cocinas de "llume arrastru", frente a las modernas cocinas ´"económicas" con su armazón de hierro. Donde estuviera una vieja cocina con su buen fuego, su "bergancia" y "bergancieru", su pote humeante y sus escaños y bancos a los lados, que se quitara lo demás............
Parece que Colás terminó su vida en el Asilo de Astorga, a los "sesenta y tantos", con su cara simiesca y sus ojillos chispeantes, recordando los viejos caminos cabreireses, los cierzos y ventiscas de nieve, los aullidos del lobo y también los trinos de los pájaros en los bosques, en las primaveras cabreiresas del siglo pasado.
Este blog reivindica y recuerda la figura de Colás y quiere dejar constancia de ella para que su recuerdo permanezca.
Un fuerte abrazo.
Jerónimo