martes, 1 de abril de 2008

RUTA HACIA PEÑA BELLOSA

Situados en el cruce de caminos de la Mata, hay un camino rural señalizado recientemente, y que para los amantes del senderismo es una ruta de Trabazos obligada, la ruta hasta Peña Bellosa. Subiendo hacia el cumbre, los pastores podían tomar dos caminos, según la época del año, pues estaba “coutada” una zona u otra, esto es, que no se podía pastar con ganados. Así se garantizaba que la hierba creciera en un sitio, mientras en otro se consumía.
Podemos, pues pasar, por la “peña de la Morciella”, donde los pastores podían hacer un alto, y sin llegar a los corrales, subir dejándolos a la izquierda. Estos corrales se utilizaban en verano, cuando el ganado no se bajaba al pueblo, y se dejaban allí arriba acompañados de los perros.
Llegando al cumbre y mirando hacia Peña Bellosa, vemos la panorámica que nos muestra la fotografía. Y bajando por los Carrizales, se pasa por la “Fuente del Rey”, donde ya empieza quizá la historia que vamos a narrar. No se sabe dónde acaba la realidad y empieza la ficción, pero es hermosa la creencia popular, también base de nuestra cultura. En Trabazos se dice que Peña Bellosa, vista más de cerca desde el Peñío de la Campana en la segunda fotografia, hay una cueva. Y nuestros mayores recuerdan que esta cueva, tenía unos respiraderos por la parte superior, donde los chavales que iban allí con las vacas o el ganado, pasaban el rato tirando piedras a su interior y oyéndolas caer. En la visita que hice a Peña Bellosa, no pude verlos, pero sí apreciar dónde había estado un respiradero, y sin ir más lejos, mi padre cuenta cómo él y más chavales, tiraban piedras por aquel agujero. Se dice que en su día, esta cueva fue morada de los árabes que poblaron la Península Ibérica, y que allí guardaban sus tesoros. Se decía también, que había cuevas que comunicaban esta “fortaleza” con el río Cabrera, y otros lugares, y que sus moradores llevaban sus caballos a beber al “Peñío de la Pila”, un poco más adelante. La fuente del Rey era de donde se abastecían de agua, y en el Peñío de la Tienda se dice que tenían sus huertos (aún hoy se pueden observar restos de paredes, que no se sabe con qué fin estaban allí).
Respecto lo que contenía en su interior, mucha gente de Trabazos cree que había tesoros, y que estaban guardados por secretos. Un mayor ya fallecido explicaba que una vez intentó entrar con mi abuelo para ver el interior de la cueva, y que adentrándose con candiles, llegó un momento en que se les apagaron, y cogieron miedo, pensando que habría seres del más allá, y salieron para no volver a probar entrar.
Lo cierto es que en mi visita no logré ver la entrada a la cueva, que por otra parte sí es cierto que estuvo, pero que el tiempo se ha encargado de borrar.
Estas y otras historias, contadas en las largas noches de serano hivernales, eran el pasatiempo en un pueblecito de montaña, donde mucho tendría que llover todavía hasta la llegada del primer transistor. Pero son historias hermosas y dignas de recordar, pues nos hablan del pasado, de nuestras raíces, e incluso de nuestros seres queridos.

4 comentarios:

Este es un bello pueblo cabreirés: Trabazos dijo...

Muy interesante y bello el post, enhorabuena !.
Es curioso que cuando los viejos trabazudos y cabreireses se refieren a los moros o árabes lo hacen haciendo mención a los hechos y acontecimientos más antiguos, mientras que al mencionar a los romanos parece como si se hubieran marchado de esas tierras hace pocos años. Esta percepción la recoge don Ramón Carnicer en el ya mencionado libro, de lectura obligada para todo buen cabreirés que se precie, "Donde las Hurdes se llaman Cabrera".
Es improbable o dudoso que los moros llegaran a estar en estas montañas, permaneciendo en ellas. Pero sí sabemos con certeza que los romanos ocuparon toda la Cabrera durante casi dos siglos (el I y el II de nuestra era), en la mayor explotación minera aurífera del imperio: las Médulas.
Fue preciso no solo hacer los canales, (más de 300 kilómetros en su conjunto), para llevar el agua sino cuidarlos para que los cursos de agua llegaran a la explotación. Es perfectamente posible que "Peña Bellosa" o el "Peñón de la Moros", que de las dos formas le llamamos, pudiera haber sido un enclave de obeservación y defensa de la zona de explotación minera del oro romano. ¿ Y por qué no pudo quedar algun tesorillo en aquellos lugares ?. Sabemos que se han encontrado monedas sueltas en algunas zonas de aquellos territorios. Aunque la imaginación popular, rica y fecunda, siempre cubre los hechos con un velo de misterio y magia, hay motivos para pensar que se trata de una zona en la que el pasado fue mucho más rico y fecundo que el presente.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Llevado por esas histórias que escuché desde ñiño, en 2003 pasé tres dias acampado en el peñon. Fuí preparado para escavar , remover y buscar por todos lados esa famosa caverna de los moros.
Primero escavé lo que parecian entradas a lá montaña, moví mucha tierra y piedras, pero al final se cerraba sobre rocas grandes como elefantes que nunca fueron movidas.En una de las noches, tube lá grata compañia de los lobos que curiosos se acercaron a observar, yo desde mi atalaya natural no sentí peligro.
Cansado de escavar, comenzé a explorar toda la montaña.Encontré el pozo natural donde los pastores tiraram piedras, está dividido en dos por una gran roca y sin material de escalada es imposible de bajar, asi pues di un gran rodeo y bajé por un lugar muy dificil, pero apcedí al fondo comprovando que el palo marcado que había tirado antes estaba allí y ademas de muchas piedrecillas sueltas, había latas de conserva y de refrescos de diferentes épocas, imagino que de ahí venia el sonido de latón mencionado.
En el siguiente dia explorando otro lado de lá montaña descubrí una cueva, me emocioné al verla pues el tamaño grande parecia ser lo que tanto busqué.Encendí una linterna y me adentré con mucha curiosidad, era muy inapcesible, perfecta para esconderse allí o esconder un tesoro.Pero despues de unos 15 metros, lá caverna se termino sin rocas sueltas o posibilidad alguna de algun dia haber continuado. Y sin haber encontrado nada más de interes, abandoné lá busqueda pero viví una interesante aventura.